jueves, 10 de marzo de 2011

Salvando las distancias.


La distancia, en tiempo o espacio, en horas o en trayectos geográficos.
Las memorias, la voz de mi conciencia, el resoplar de un suspiro perdido en alguna parte de esa ciudad.
Un sueño proyectándose en la realidad, tan fugaz, tan efímero, tan tenaz.
Un abrazo fundido en el tiempo, humedeciendo hasta el más profundo de mis  sentidos, sujetando mi instinto de estrujarte hasta ya no saber que te pertenece a ti y que a mi.
Un reencuentro demasiado premeditado para las palabras que no dijimos en ese instante y que dudo volvamos a intentar decir.
Las caricias, las miradas y lo nostálgico de saber que solo serían unas horas de compañía y después de eso cada uno a volar.
Pero salvando las distancias pude y aun puedo sentir esa inexplicable  sensación de estar en el momento indicado, en el lugar soñado y en los brazos cuyos lazos son los que me protegen del dolor. 



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