lunes, 20 de diciembre de 2010

Diciembre, puro caos.

Diciembre es un mes un tanto caótico; posee uno de los últimos feriados, el stress acumulado durante todo el año, el balance anual, las compras para las fiestas, los preparativos para las vacaciones y la histeria colectiva de fin de año.
      Yo, personalmente, odio las fiestas debido a que carecen de relevancia para mi, sin embargo, año nuevo es como que puede llegar a  tener una connotación más festiva en mi vida.
Lo odioso de esta época es que la gente se agolpa en todos lados, fiestas, comercios, avenidas, plazas y de repente ves pinos luminosos hasta en la sopa. Armar un arbolito te termina saliendo una fortuna, sin ninguna utilidad, comer representa que engordas todo lo que evitaste durante el invierno y mirar la tele esperando encontrar temas interesantes es misión imposible.
Encendes la tele, y te encontras con periodistas en complejos de piscinas, mostrando la anatomía humana y haciendo chistes fáciles al respecto, gozándote mientras vos –sopenco- te subís al subte y con la cabeza a gachas te vas a  trabajar con un sol que parte la tierra en dos. Después tenes un montón de médicos alarmándonos sobre las calorías que vamos a incorporar en la ingesta navideña, criticando las costumbres por que las adquirimos de otras regiones del mundo –cuando ellos también las practican- o en su defecto lo que vi hoy que me pareció el colmo: en un noticiero del mediodía con una señorita enseñando a armar la maleta para irse de vacaciones… Si, imagínense mi cara cuando escuche eso, no podía creerlo.
Resulta que ahora necesitamos que nos enseñen a hacer todo. ¿Dónde queda los momentos divertidos de sentarse arriba del bolso para que otro lo cierre? ¿Acaso no reímos en esos episodios? A de más, yo generalmente suelo poner el abrigo arriba, por una cuestión de que si hace frío, lo cual es raro en la época, encontrarlo de manera urgente sin dar mas vueltas.
Es increíble como la falta de contenido y de un interés por parte de la audiencia, los noticieros se fueron convirtiendo poco a poco en un programa más informal y con un fin directamente desproporcionado a su nombre. Ahora resulta que toda la información que hay es como armar una triste maleta para las vacaciones, cuantas calorías comeremos en las fiestas y la cantidad de días que faltan para las mismas.
Diciembre definitivamente es un mes horrendo, lleno de stress, locura pero vacío de contenidos. Quizás sea tiempo de volver al periodismo clásico, a leer y confrontar opiniones, y dejar un poco la tecnología y los baches televisivos de lado.